La presentación de un proyecto de fin de carrera o de máster tiene que ser impoluta y demostrar al tribunal que ha conseguido su objetivo, la de especializarte en un campo temático específico y que has sido capaz de tratar el aspecto concreto propuesto con la máxima objetividad, rigor y profesionalidad. Es normal que te sientas un poco perdido durante las primeras semanas y que no sepas qué debes hacer para comenzar con buen pie el trabajo, pero que no cunda el pánico. Vamos a hacerlo más fácil y a empezar por todo lo que no debes hacer cuando estés metido de lleno en un TFG o un TFM.
No peques de ambicioso
La primera elección importante que definirá el éxito o el fracaso de tu trabajo va a ser el tema escogido. Nosotros somos partidarios de optar siempre a los temas que despierten un mayor interés entre el alumnado, ya que va a resultar complicado profundizar en un tema que no te interesa lo más mínimo. No obstante, conviene que te tomes tu tiempo para elegir bien el tema, ya que, una vez adjudicado, no vas a poder cambiarlo hasta el siguiente curso académico -sí podrás proponer nuevos enfoques al tutor, pero nunca cambiar de tema sobre la marcha-. Elige siempre el que tenga unos objetivos más definidos, concrete las metas buscadas en su elaboración y con el que te sientas más cómodo tratando la bibliografía. ¡Hay que ser realistas!
No te inventes las citas
Es algo muy tentador que a todos se nos ha pasado por la cabeza, pero créenos que suspender un TFG o un TFM por culpa de no habernos tomado nuestro tiempo consultando debidamente las fuentes bibliográficas es algo más que doloroso. Nunca -repetimos, nunca- inventes citas a pie de página, y no te excedas a la hora de incluirlas, ya que el tribunal puede considerar que has rellenado parte de la página con los extractos de las fuentes, omitiendo conclusiones propias en la redacción. Además, cada vez son más las universidades que informatizan los programas de detección de citas, por lo que un error en este sentido puede mandarte a la próxima convocatoria de cabeza.
No te tomes las tutorías como un mero trámite
Por reglamento, debes incluir un parte que justifique que, durante el curso académico, has ido a tutoría un mínimo de veces para tratar con el profesor correspondiente aspectos fundamentales de tu trabajo. No obstante, te recomendamos que te tomes en serio estas reuniones y las utilices en tu beneficio, ya que pueden ser más que pura obligación. Lo mejor de todo es que acuerdes un horario con el tutor cuando ya tengas meditadas las preguntas y sepas qué quieres tratar con él, de modo que enriquezcas tu trabajo y saques más partido de la visita. El viaje a la tutoría vas a tener que hacerlo igual, así que aprovéchalo.
No dejes de ir a la biblioteca
Hoy en día se pueden encontrar copias digitales de casi cualquier libro, pero ni un TFG ni un TFM pueden elaborarse adecuadamente sin pisar una biblioteca. Normalmente, los temas propuestos por el departamento están pensados para consultar fuentes que tengas a mano en las bibliotecas de la universidad, y no olvides que algunos profesores han publicado sus propios libros sobre el tema, por lo que obviar este dato puede perjudicarte mucho. Ve a la biblioteca, bucea entre los libros, indaga sobre las fuentes más recientes y fundamenta las tesis de tu trabajo adecuadamente. ¡Un TFG consiste en eso! También puedes leer nuestro artículo sobre buscadores académicos para el TFG y aprovechar las numerosas fuentes donde podrás consultar bibliografía de investigadores sobre tu tema.
No redactes sin sentido
Tanto un TFG como un TFM son proyectos de investigación y, como tales, se espera de ti que aportes tu visión crítica al tema fundamentándote en las fuentes bibliográficas disponibles. No olvides establecer relaciones sobre las fuentes bibliográficas en sí, su evolución a lo largo de los años, los cambios de pensamiento y las distintas tesis que se hayan podido publicar y tomar como válidas en las décadas pasadas. Olvidar esto limitará mucho la calificación de tu proyecto, así que esfuérzate en decir algo coherente y crítico.
No descuides la ortografía
Parece mentira que tengamos que decirlo a estas alturas de la vida, pero cada año 4 de cada 10 proyectos de fin de carrera o de máster se suspenden por contar con una escritura deficiente. Los estudios superiores se ubican en la zona más alta de la pirámide de conocimientos de un estudiante, y se da por sentado que un adulto hecho y derecho cuenta con la suficiente capacidad como para elaborar textos no ya elaborados, pero sí aptos para su divulgación. Afina la puntuación, revisa las faltas de ortografía y esmérate en su presentación, ya que de ella depende el 50% de la nota. Una falta grave pasará ante el tribunal como una errata, dos no.
No plagies en tu discurso
Todos los trabajos deben pasar un filtro antiplagio para ser validados por el tribunal, de esta manera se cercioran de que el texto es de tu propia elaboración y no has basado el trabajo en la traslación de ideas de un soporte a otro. No obstante, debes tener claro cuándo hablamos de plagio y cuándo no.
Consultar distintas fuentes bibliográficas y utilizarlas para fundamentar tu discurso es justo lo que tienes que hacer para elaborar adecuadamente un TFG o un TFM, pero dependiendo del lugar donde lo hagas, harás saltar los filtros antiplagio o no. En el cuerpo de la redacción debes escribir tus propias ideas, mencionando a determinados investigadores si así lo deseas y elaborando, en definitiva, tu propio discurso.
Sin embargo, nunca debes transcribir las palabras de otro autor en esta zona del texto, ya que se considerará plagio y tu trabajo no será aceptado. Si quieres fundamentar tu discurso en unas palabras concretas de un determinado autor, debes hacer uso de las referencias a pie de página, citando entre comillas el fragmento del texto al que quieres hacer referencia y manteniendo las formalidades en el formato de citación, que pueden variar de una universidad a otra. Citar a pie de página no es plagio; hacerlo en el texto principal, sí.
No te conformes con la presentación simple
La gran mayoría de universidades cuentan con dos sistemas de calificación para puntuar un TFG, la presentación simple y la completa. La primera se basa en la presentación escrita del trabajo, que será evaluado por el tribunal competente y le podrá otorgar una nota máxima de 6. En cambio, añadiendo una exposición oral ante los propios miembros del tribunal, podrás optar a la nota máxima, un 10, algo que te recomendamos que hagas siempre. Rara vez tendrás la ocasión de volver a repetir la exposición, por lo que es mejor ir a por todas desde el principio para tratar de cerrar el expediente de la mejor manera posible.
No improvises en las exposiciones ante el tribunal
Si vas a seguir nuestra recomendación y vas a defender tu proyecto ante el tribunal con una presentación oral, es importante que sepas que debes ensayarla en un espacio donde te sientas a gusto y puedas emular tu encuentro ante el profesorado. Debes saber que, durante la exposición, se valorará mucho tu capacidad no solo de transmitir ideas y conceptos de forma más clara y directa que sobre el papel, sino de encandilar al tribunal mostrando un discurso distendido y calmado a la par que lógico y conciso. Dirígete de manera directa al jurado, interactúa con ellos y hazlos partícipes de tu proyecto para demostrar tu implicación en el trabajo y dejar un buen sabor de boca que consiga aumentar tu calificación final.